Blogia
bibliotecaIRC

La loca

La loca Eva no madruga cada mañana, su horario de oficina de cinco a ocho desde hace interminables años le permite hacerse la remolona cada día, vive sola, en un gran piso que una vez alojó a una familia de nueve miembros, se levanta para hundir las pestañas en un café barato y limpia, aunque esté limpio ella limpia y recoge, hace la compra con cuentagotas, justo lo necesario para cada día, cien gramos de esto, un filete dos tomates... a no ser que esté de oferta el aceite de girasol dos pesetas más barato en el DIA, entonces puede hacerse tres viajes acarreando un kilómetro una docena de botellas cada vez, para almacenar aceite para todo el año ahorrándose apenas veinte duros de los de antes, aún usa la vajilla y las cacerolas de los años sesenta, recicla su ropa cambiando mangas y puños, alternando el corte de un vestido para transformarlo en blusa o falda, se pinta con cosméticos de supermercado, Eva se aplica el tinte cada mes, visita al peluquero de un barrio a tres kilómetros tres veces al año para ahorrarse un par de euros en el corte...
No sale, lo justo para ir al trabajo y visitar la residencia donde está internada su madre. Está sola, vive sola, quizá llora sola... su mayor alegría es cuando recibe cartas. entre las facturas siempre llega la del banco con el saldo en aumento de su cuenta, millones y millones que atesora desde hace interminables años...
Cuentan que la familia la ha dejado de lado, que ninguno de sus sobrinos la visita, que apenas se habla con una hermana, que se labró poco a poco la distancia con los de su mismo apellido, que se cansaron de aguantarla solo en sus rachas bajas y que les ignorara en los buenos momentos... se cansaron de los escándalos y sus gritos
Eva tiene la mirada perdida con la pregunta permanente en sus dilatadas pupilas como muchos paranoicos en tratamiento...
Ha pasado la mayor parte de su vida de psiquiátrico en psiquiátrico desde aquella vez con 18 años en que se desquició y salió desnuda al balcón... escapó a la calle y de allí fue a parar de uñas al electroshock... jamás volvió a ser la misma...
Comenzó para la familia una peregrinación de centros privados que costaban un riñón en los setenta para curar a la menor de seis hermanos, la niña... la pequeña
Jamás supieron a que tratamientos se le sometía, jamás dieron un informe sobre sus convalecencias cuando finalmente la familia decidió probar con otro tipo de centros, Eva ingresaba, nadie la veía durante dos semanas, después sus padres, hermanos y sobrinos comenzaban con espaciadas visitas a aquel caserón privado de psiquiatría; el mejor de la zona, Eva se recuperaba, volvía a casa, y pasados unos meses de nuevo la misma noticia: Han ingresado a Eva...
Cumplirá cincuenta y dos años este otoño, desde hace dos décadas solo la han internado siete u ocho veces veces, ahora sigue su tratamiento por la seguridad social, los años le han dejado una expresión de fatiga en el rostro y un brillo de locura en la mirada, la gente conocida la huye por la calle, apenas se paran a cruzar dos palabras con ella “adiós Eva”,
“hola Evita”
“ Hola Eva ¿a la compra verdad?”
Una media sonrisa torcida y paso acelerado de quien tuvo que cruzarse con ella
“Es rara” -dicen todos-,
“Si, mucho” contestan algunos y acto seguido cuchichean... “la pobre desde tan jovencita, esquizofrenia... ya sabes, la familia harta ya la deja hacer... me dá pena”
Se volvió rara Eva si, se alejó del mundo, para vivir en el suyo propio, rebelde para dejarse ayudar por familia o médicos, se quedó sin amigas... todas se morían de vergüenza con sus escándalos y rarezas...
Cuentan que una vez tuvo un novio con apenas veinte años, pero no le gustaba a la madre o al padre y no la dejaron salir con él, a sus cuarenta y tantos conoció a un joven al que le faltaban varios hervores con el que inició un largo noviazgo plagado de ingresos y desequilibrios, decididamente aquel buscaba solo sus ahorros y no pegaba ni golpe, como el marino con el que mantuvo una relación hace apenas dos años, venía de Cuba cada tres o cuatro meses y le desvalijaba la cuenta con una falsa promesa, una sonrisa y un movimiento de cadera... Eva nunca quiso independizarse, comprarse un piso y vivir a su manera, se apañaba bien con la pensión de la madre y sus ingresos de oficina quince horas a la semana, ahorraba su paga y la madre le hizo durante décadas ingresos de su pensión a su cuenta, tiene asegurada la vivienda familiar de por vida por herencia, no necesita más...
Podría vivir como una reina, viajar, comprarse un piso, vestir a la moda...
Pero Eva vive como una vieja, atesorando cartas de banco con el saldo bancario y ahorrando nadie sabe para qué hasta el ultimo céntimo...
Ayer la ví, con un abrigo de hace más de quince años que parecía nuevo, le ha cambiado los remaches de polipiel por unos de pana, el lápiz labial corría por las comisuras de sus labios en una mueca y llevaba pintados de un azul estridente los ojos, siempre con esa apariencia limpia y pasada de moda, con la mirada loca y perdida...
Lástima tía Eva, lástima que no quieras saber nada de nosotros pensé, que solo nos acoses en tus ramalazos de locura y nos ignores en tus temporadas buenas, lástima que finjas no estar en casa cuando tocamos el timbre del portal para ir a verte...
Lástima que pienses que queremos quitarte el dinero, lástima de tantas veces de ambulancias de madrugada, policía y carreras buscándote en cueros por el pueblo, lástima que no sepas que te cuidamos con la mirada, con la vigía estrecha desde la distancia, siempre esperando la llamada de la guardia urbana avisando de un ingreso...
Lástima de vida tía Eva... pero si eres feliz así, yo lo respeto.
Trhyss
Foto Ofelia: la locura

1 comentario

Tautina -

Se te echaba de menos Trhyss linda, en cuanto al relato… genial. Aunque desmereces un poco a un personaje tan rico con un cuadro tan terrible, que es que a mi me da pavor mirarlo.
Nada, que sigas tan productiva que es un placer leerte. besos